La corona real no quita el dolor de cabeza
El dolor nos hace más humildes, controla la soberbia, la prepotencia y el narcisismo.
El dolor que no se desahoga con lágrimas puede hacer que sean otros órganos los que lloren.
Nadie puede librar a los hombres del dolor, pero le será perdonado a aquel que haga renacer en ellos el valor para soportarlo.
No os espante el dolor; o tendrá fin o acabará con vosotros.
Hay dolores que matan: pero los hay más crueles, los que nos dejan la vida sin permitirnos jamás gozar de ellas.
El dolor tiene un gran poder educativo; nos hace mejores, más misericordiosos, nos vuelve hacia nosotros mismos y nos persuade de que esta vida no es un juego, sino un deber.
Cuando el dolor es insoportable, nos destruye; cuando no nos destruye, es que es soportable.
Toda ciencia viene del dolor.
El dolor busca siempre la causa de las cosas,
mientras que el bienestar se inclina a estar quieto y a no volver la mirada atrás.
El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro.
El dolor es la dignidad de la desgracia.
Dios susurra y habla a la conciencia a través del placer pero le grita mediante el dolor:
el dolor es su megáfono para despertar a un mundo adormecido.
Quien sabe de dolor, todo lo sabe.
¡Bienvenido sea el dolor si es causa de arrepentimiento!
El dolor es más fuerte entre los más fuertes. Como el cáncer.
El dolor siempre cumple lo que promete.
El dolor silencioso es el más funesto.
Bien poco enseñó la vida a quien no le enseñó a soportar el dolor.