Entre los temas que se han seleccionado para ser tratados en el sitio web PENSAR, se encuentra “El Miedo”, sobre el que Joseph Garzozi realiza un amplio análisis bajo una óptica científico-filosófica, así como su importancia de elemento práctico que permite el desenvolvimiento, la organización y la normativa de la vida, la conducta y la personalidad humanas.

Hay un miedo sin embargo que es también merecedor de un especial análisis y es el “miedo a enfrentar nuestros propios miedos”, mejor dicho, a enfrentar nuestros propios demonios, causantes muchas veces de las actitudes incomprensibles de las personas ante sí mismos y ante sus congéneres.

El miedo a no ser capaces de reconocer y actuar sinceramente ante un sentimiento que nos invade  y que puede hacernos flaquear en nuestras convicciones  o variar nuestros  propósitos.

El miedo a no poder reciprocar en la misma medida los afectos que nos son entregados en forma gratuita, por no sentirnos disminuidos.

El miedo a que, alguna vez, nuestro corazón nos haga lucir vulnerables, pues por cada escalón que avanza un sentimiento, retrocedemos en nuestra condición de seres dominantes, para pasar a considerarnos dominados.

Y gracias a esta incapacidad que tenemos de enfrentarnos a nuestros propios miedos, nos cubrimos con esa máscara de indiferencia y escepticismo que nos asegura el estatus ganado. Acusamos a los demás de nuestras debilidades, despreciamos los sentimientos que nos ofrecen generosamente y falseamos nuestra propia verdad interior. El que no enfrenta sus propios miedos, vivirá engañado y engañando.

¿Por qué no reconocernos como seres sensibles, manipulables, vulnerables, mutables, susceptibles de fracasar, de equivocarnos, de flaquear, de desistir, de desear imposibles, de cambiar de ideas, de perderlo todo y volver a comenzar?

¿Por qué no tener la entereza de enfrentarnos a nuestros propios y reales sentimientos y no esconderlos a los ojos ajenos, aun cuando dentro de nosotros se revelen y nos torturen?

¿Por qué no llorar abiertamente cuando muere nuestra mascota?...Cuando nos emociona una película. Cuando nos conmueve la pobreza o la enfermedad ajena. Cuando un amor se va.

¿Por qué no decir por ejemplo, te amo, aunque no deba? …¿Por qué no tener la entereza de pedir disculpas?... De auto cuestionarnos, de reconocer nuestras debilidades, defectos y culpas... Nuestras limitaciones y falencias.. ¿Por qué no tratar de vencer nuestra permanente arrogancia?

¡Estos son los grandes miedos que agobian al hombre!

Quien es capaz de enfrentarlos, dar la cara y vencerlos, es realmente el más valeroso de los seres humanos y el único verdaderamente auténtico.