Lo primero que aprendemos es que tenemos que navegar para alcanzar nuestros sueños, en un mar con grandes olas y tiempos imprevisibles. Ese mar en el que se encuentran nuestras ciudades y países son: sus leyes, normas, gobiernos, situación económica y política, que pueden cambiar nuestro destino, frustrar nuestros deseos y afectar nuestros sueños.
Aunque parezca extraño, dependemos de terceros que gobiernan, que construyen o destruyen, con las gigantes olas de sus aciertos y errores. Los elegimos según los sistemas de cada país, y también erramos o acertamos.
Asi discurre nuestras vidas y los años que contabilizamos, lo que nos lleva a reflexionar que hay que aprender a navegar en muchos mares: los de nuestras ciudades y países, y los de otros del planeta, que podrían permitirnos llegar a los puertos de nuestros sueños.
Para ello debemos prepararnos más y mejor, aprender idiomas, profesiones, actualizarnos todo el tiempo, especialmente en las nuevas tecnologías y tener muy claro el amplio horizonte del mar planetario.
Navegar por esos mares nos pasará factura, pues tienen un costo. Es, cuando debemos preguntarnos si luchamos por lo individual, personal o por lo colectivo, por nuestra ciudad y nuestro país, para que ningún político con sus leyes y locuras, destruyan nuestro presente y futuro y el de nuestros hijos y descendientes. O si nos marchamos por otros mares a otros países.
Tú decides si te ahogas o tienes éxito, nadando o navegando en el mar local o global, o si luchas por navegar con éxito en el local y disfrutar en el global.
Que nadie mate tus sueños, ni tu esfuerzo por tu país y el de tu familia y tu descendencia.
¡Reflexionemos!
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