Miércoles, 25 Abril 2012 00:00

El Odio

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El odio es un sentimiento intenso, fuerte, que tiene un tremendo contenido negativo pero curiosamente también es una fuerza positiva. Analicemos lo expuesto. Es negativo cuando es producto de la envidia, de resentimiento o frustración, injustificada, cuando se genera de un fracaso de nuestra parte y queremos imputarlo a otra persona o personas, con o sin razón para ello. Pero el odio ante situaciones inaceptables como las de una dictadura sangrienta, injusta, violenta o al quebrantamiento de las libertades, ante las arbitrariedades y la corrupción, puede considerarse como una fuerza motriz para luchar y combatir esos males.

Se puede odiar en negativo y positivo, aunque parezca una contradicción sobre un mismo asunto. Así tenemos quienes por su racismo odian a las gentes de otras razas, religiones o naciones y sobre este mismo tema quienes odian a estos odiadores por su discriminación, sentimientos y acciones. Son dos odios, dos caras de la misma moneda.

El odio ha generado guerras, terrorismo, aniquilamiento de poblaciones enteras a lo largo de la historia y en todas las épocas y culturas hasta nuestros días. Los políticos utilizan el odio como poderosa herramienta para alcanzar sus fines; odios de clases, odios nacionalistas, regionalistas, culturales y un largo etcétera.

Sin embargo todo lo que se construye sobre odio termina destruyendo a los actores e impulsadores del mismo y a sus sistemas, pasándoles la factura por sus actos. En lo personal, se puede pasar directamente del amor al odio con la misma intensidad y drama.

Se puede odiar, personas situaciones regímenes, cosas, hasta pequeños detalles como: “odio esa salsa en la comida”, “odio como me habla el jefe”, “odio como viste y habla este migrante o miembro de esa religión o raza”, “odio verme por gordo(a)”; en otras palabras, el odio está presente en los hechos diarios de nuestro vivir y es un poderoso sentimiento.

El odio injustificado, mal llevado, nos puede hacer mucho daño, puede destruir nuestras vidas, afectar nuestros comportamientos, convertir nuestra felicidad en un imposible. El odio lleva, en muchos casos, a la venganza, a la destrucción y con ello a muchas consecuencias lamentables.

Muchas veces odiamos a ciertas personas que nunca se enteran de nuestro odio y mientras nosotros sufrimos y padecemos los efectos de estos sentimientos negativos, esas personas siguen adelante con sus vidas.

El odio es un veneno que mal administrado, destruye nuestras vidas y nuestra felicidad, pero en su justa dosis cuando las circunstancias lo justifiquen, puede ser un gran estimulante para reaccionar y actuar en la dirección correcta.

El odio es tan fuerte y constante que hay una popular canción de amor que dice que prefiere el odio a la indiferencia. ¿Usted qué piensa?

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