Estas conexiones con otras personas crean en muchos casos vínculos permanentes, en otros circunstanciales, pero todos nos dejan huellas, al igual que nosotros las dejamos formando parte de ese dar y recibir que moldea nuestra personalidad y carácter, y con ellas nuestras vidas.
Hay conexiones que perduran en el tiempo, en nuestra memoria y sentimientos, y aunque no volvamos a ver a esas personas, o si acaso ocasionalmente las contactamos, entonces revivimos esos años juveniles.
Muchas veces escucho como después de muchos años se localizan y convocan compañeros de colegio o de la universidad. Utilizan las nuevas tecnologías para hacerlo y, aun viviendo en otras ciudades o países, se activan las conexiones aunque no logren todos reunirse. Estas acciones reviven recuerdos, comentan éxitos y fracasos de los muchos años transcurridos.
En la misma forma, en todos los campos, las conexiones cobran vida en el campo sentimental, laboral, deportivo, religioso, cultural y muchos otros.
Es un proceso, en términos electrónicos de las nuevas tecnologías, de recuperar viejos archivos de nuestra mente y corazón, de imágenes y sentimientos.
Pero hay otras conexiones que tienen otros resultados y que son las que más me han hecho reflexionar.
A lo largo de mi vida y experiencia laboral en varios países, ciudades y continentes, y en razón de mis decisiones y movilidad en cada cambio de empresa o localidad, el vacío que dejaba afectaba a muchas personas que perdieron sus puestos de trabajo, cambiaron radicalmente sus vidas, en algunos casos, mudándose a otras ciudades o países.
En la mayoría de los casos no somos conscientes de la dimensión y afectación que tienen nuestros actos en las conexiones y vidas de las personas que se conectaron con nosotros por diversas circunstancias y que nos dieron y recibieron mucho, en muchos campos de la vida con la enorme experiencia, en mi caso particular, de diversos países religiones, culturas y filosofías.
Esto es lo más importante de la vida, las conexiones con otros seres humanos y otros seres vivos, ya que en la suma de esa infinita red que supera cualquiera de las más grandes redes de internet, Google o cualquier otra, es la que transfiere la información en vivo de persona a persona, entre los más de siete mil millones de habitantes del planeta Tierra.
Lo grave, y esa es la reflexión, es que desechamos las conexiones reales entre personas, reemplazando las mismas con las electrónicas y con ello anulamos el valioso contacto personal, la química de conocernos y entendernos con el lenguaje corporal, lo reemplazamos en muchos casos, manipulando desde fotos y sentimientos con los sistemas electrónicos, convirtiéndonos casi en robots en sintonía con otros robots.
Las conexiones de vidas enriquecen y forman nuestras vidas, valga la redundancia, y así aprendemos a relacionarnos, crecer y madurar.
¡No te desconectes de la vida!
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