Jueves, 22 Agosto 2013 00:00

La Política de Palabras

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Esa es la realidad de la política en los actuales momentos en algunos países. Una hemorragia de palabras justamente para ocultar pensamientos, ideas y programas en un caso, o para simular que los tiene en el otro.

Se nos pide elegir en muchos países a nuestros futuros gobernantes en el marco bajo y vulgar de la ofensa, el insulto y la palabrería hueca, vacía y demagógica. Es que acaso debemos elegir entre quienes insultan más, quienes gritan más, quienes dicen más palabras por minuto, pero no concretan ninguna idea o programa o temen hacerlo, no definen un plan de gobierno, no orientan al desorientado ciudadano hacia dónde vamos.

Palabras, palabras, palabras, expresión de mediocridad, afirmación de vacío y falta de autenticidad. Justificación de incapacidad, agresión que manifiesta debilidad.

¡Democracia!, cuantas barbaridades se hacen y dicen en tu nombre. No creo que tengamos una auténtica democracia si hay un fondo de temor, de desconcierto e incertidumbre, como respuesta natural a una falta de definiciones, a una falta de programas concretos, a una sostenida violencia verbal.

Estamos dando nuevas definiciones a la política, en algunos países, entre ellas: política equivale a falta de autenticidad, política es igual a ofensa, agresión verbal y física, política es palabrería sin sentido y promesas que no se cumplen.

Se han permitido afirmar, ciertos políticos, que eso es lo que le gusta al pueblo, que así es como ellos entienden las cosas y así se ganan las elecciones. Ese menosprecio, esa ofensa a los pueblos por parte de quienes aspiran a dirigirlos y gobernarlos debe ser sancionada de alguna manera y debería contemplarse en las leyes y reglamentos electorales como una causal para que, por lo menos a nivel presidencial, se anule o imposibilite una candidatura, que utilice estos bajos procedimientos y denigre de esa manera al pueblo, a los países y a las dignidades a elegirse y todo ello argumentando que es por la democracia.

Algunos países provocan risas, sus personajes y sus políticas que los han llevado a los titulares de la prensa internacional para ser el hazmerreír del mundo.

Los ciudadanos de ciertas naciones deben sentir y vivir la vergüenza ajena, teniendo que aparecer ante el mundo como un país gobernado por actores, expertos en ridiculeces y barbarie política.

Hacemos un llamado más, de los tantos que se han hecho, para elevar el nivel de las contiendas electorales. Pedimos a los candidatos y a los políticos que cambien la manera de hacer política, por el bien de sus países y del mundo.

Que le den altura, clase y respecto por su propio bien y el de sus países. Que no escupan al cielo y tiren piedras a las ventanas del vecino, si su casa es de vidrio.

Por la dignidad y el buen nombre de cada país. Señores políticos ustedes no tienen ningún derecho de ofender a los millones de ciudadanos en cada país y hacerlos vivir y sentir la vergüenza, que algunos de ustedes no sienten, ni tienen.

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